Hace una semana que salí de casa. Solo llevo en Nepal 6 días, pero no sabéis el vuelco que ha pegado todo esto. Yo soy de esas (y los que me conocéis lo sabéis) que no quiere comer sola en la cafetería porque le da cosa estar sola... De las que queda para tomar café con quien se ponga por delante porque no la gusta irse a casa después de clase... No me gusta estar en silencio y siempre tengo música puesta... Todo eso era hace 7 días, cuando pasé el control de Barajas sola y me recorrí media T4 para sentarme en la puerta de embarque y decir: "Me voy, de verdad". Y luego todo ha sido sorprendemente fácil. No, no seré tan populista y tan positiva... No diré fácil, ni tampoco cómodo... Quizás busco decir gratificante... Porque desde el momento en que me bajé del avión tuve que valerme de estas manitas, este coco y estas patitas para llegar a donde estoy. He tenido una suerte infinita, no por encontrarme una española en Nepal! si no porque sea, al igual que todos los demás voluntarios, personas especiales. Especiales porque no todo el mundo viene a Nepal a lo que venimos nosotros... Y por eso es tan fácil todo con ellos, porque el objetivo es el mismo, lo que viene a continuación son regalos que vamos recibiendo y todo nos viene bien.
La carta del Chino! |
Los Kids y yo (merchandising canadiense cortesía de Colin) |
Pero si algo me esta llenando es trabajar con los enanos. Pero no siempre me llena de cosas buenas. Es jodidamente frustrante no contar con nada de lo que te han enseñado a usar... Solo tenemos las manos, un fonendo y lo que has retenido en la cabeza después de 5 años. Y cuando decides lo que puede o es más posible que sea... agarrate a los fármacos que tienes... que son cuatro. No voy a derrumbarme por nada del mundo, pero se hoy mi alma se me ha paseado por las sandalias llenas de barro. Puedo desgastarme la piel de trabajar por esos bichos, pero hay un momento en el que no hay más que hacer con lo que se tiene. Ahí es cuando pasamos a desgastarnos la piel acariciándoles. Las caricias también curan o eso espero. Y si se me salta alguna lágrima es por una sensación rara que tienes al final del día.
Te levantas pronto o muy pronto, te arreglas en tu cuarto de 400rupias la noche, te pones la ropa, sucia ¡porque no tienes más limpia! y te montas en el tuktuk después de desayunar un té y dos galletas. Y tardas una hora en llegar pegando botes en una furgoneta de 11 plazas donde cabemos 25...y llegas... y trabajas y comes un plato de arroz y pepino a las 11 y sigues trabajando. Y a las 5 coges de vuelta el tuktuk y te vas a casa, más sucio y más cansado de lo que fuiste. Y por el camino voy pensando lo que podemos hacer al día siguiente. Os juro que no me estoy quejando, no paro de deciros a todos cuando hablo con vosotros lo feliz que me siento aquí. Y creo que la sensación rara que tengo no es más que el cambio, pasar de tener lo que quieras a tener lo justo. A usar lo justo y a trabajar con lo que tienes. A conocer a las personas desde hace 7 días y tenerlas en cuenta como si fueran conocidos de años, a saber que te estas superando en casa cosa que haces.
Carmen |
Una servidora os deja hasta mañana. Que tengo que recoger mis escasas pertenencias... mañana me muevo de guest house a una más tranquila... El centro de Kathmandú está bien, pero no cuando intentas dormir! jaja
Namaste!!!
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